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viernes, 2 de julio de 2010

Valkiria.

Ayer vi esta peli y me gustó.. ya me direis que os parece a vosotros.




VALKIRIA
(Valkyrie)




cartel
Dirección: Bryan Singer.
País:
USA.
Año: 2008.
Duración: 120 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Tom Cruise (Claus Von Stauffenberg), Kenneth Branagh (Henning Von Tresckow), Bill Nighy (Friedrich Olbricht), Tom Wilkinson (Friedrich Fromm), Carice Van Houten (Nina Von Stauffenberg), Eddie Izzard (Erich Fellgiebel), Christian Berkel (Mertz Von Quirnheim), Thomas Kretschmann (Otto Ernst Remer), Terence Stamp (Ludwig Beck), Jamie Parker (Werner Von Haeften).
Guión: Christopher McQuarrie y Nathan Alexander.
Producción: Bryan Singer, Christopher McQuarrie y Gilbert Adler.
Música: John Ottman.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Montaje: John Ottman.
Diseño de producción: Lilly Kilvert y Patrick Lumb.
Vestuario: Joanna Johnston.
Estreno en USA: 25 Diciembre 2008.
Estreno en España: 30 Enero 2009.

 
SINOPSIS
El complot del 20 de julio para acabar con la vida de Hitler es uno de los episodios más heroicos y menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial. Gravemente herido en combate, el coronel Claus Von Stauffenberg (Tom Cruise) vuelve de África para unirse a la resistencia alemana y ayuda a organizar la Operación Valkiria, el complejo plan para que un gobierno en la sombra reemplazara al de Hitler una vez que hubiera muerto. Pero el destino y las circunstancias conspiran para proyectar a Stauffenberg de uno de los muchos implicados en el complot a un papel central de doble filo. No sólo debe liderar el golpe y tomar el control del gobierno de su país, también debe matar al propio Hitler.




CÓMO SE HIZO "VALKIRIA"
Notas de producción © 2008 Hispano Foxfilm
1. El proyecto
  Bryan Singer inició su carrera cinematográfica con el aclamado thriller de suspense Sospechosos habituales y continuó trayendo el mundo del cómic a la gran pantalla con X-Men y Superman, aportando también su originalidad dinámica. Su estilo de dirección es conocido por su capacidad para mantener en vilo al público mediante una tensión y una narrativa apasionantes. Pero con Valkiria, Singer importa esas habilidades cinematográficas a un tipo de historia completamente diferente: la verdadera historia del valor extremo dentro del régimen nazi. Aunque los eventos y héroes representados en Valkiria son reales, comparten mucho con el tipo de historias y personajes que siempre han atraído la atención de Singer. Al respecto, Chris Lee, productor ejecutivo de la película y colaborador desde hace mucho de Singer, señala: «Lo que siempre hace destacar a las películas de Bryan son la complejidad de sus personajes, las emociones y la ausencia total del maniqueísmo, y todo ello combinado con un gran sentido del ritmo y la acción. La capacidad de Bryan para equilibrar un gran número de personajes fascinantes se inició ya con Sospechosos habituales, y continuó con la saga de X-Men. Ahora eso mismo contribuye de forma poderosa al mosaico de personas excepcionales que componen Valkiria». La historia de Valkiria le llegó a Singer a través del guionista Christopher McQuarrie, antiguo colaborador suyo que obtuvo un Oscar® por su guión de intrincada construcción para Sospechosos habituales. En el invierno de 2002, McQuarrie se hallaba en Berlín investigando para otro proyecto cuando, durante una visita por la ciudad, pasó por la calle Stauffenbergstrasse, en honor del integrante de la Resistencia Alemana Claus von Stauffenberg. Allí descubrió el Benderblock, emplazamiento de un monumento a la Resistencia Alemana que McQuarrie encontró profundamente conmovedor. «Berlín es una ciudad de monumentos», le dijo el guía a McQuarrie, «pero éste es el único monumento verdadero para cualquier alemán que luchase en la Segunda Guerra Mundial». «Desde luego, quise saber más -comenta McQuarrie-; aquí aconteció un episodio de la historia tan complejo como extraordinario, y la mayoría de la gente fuera de Alemania no ha oído hablar nunca de ello. Se trata de una historia que reveló que no todos los alemanes apoyaban a Hitler, que había toda clase de resistentes, incluyo algunos militares, y unos pocos estaban dispuestos a dar el paso y decir basta. Cuanto más averiguaba, más me convencía de que podría ser una gran película».

Y así empezó todo. Continuando con su investigación, McQuarrie se sintió atraído por Stauffenberg y su papel clave en el complot de asesinato de Hitler el 20 de julio de 1944, incluyendo su propia participación a la hora de transportar la bomba que pretendía cambiar el mundo. McQuarrie fue desarrollando su fascinación por el motivo que bien puede impulsar a algunos hombres a emprender determinados actos de gran audacia y profunda consciencia cuando se encuentran entre la espada y la pared. Comenzó a ver la historia no sólo como un relato de suspense creciente, sino como una historia sobre el precio del valor y la forma de reaccionar ante el peligro extremo.
  «Un tema que siempre me atrajo es el de aquéllos que se ven forzados a abrir los ojos ante la realidad y, al hacerlo, se convierten en mejores personas», comparte McQuarrie. «Stauffenberg y sus colegas de conspiración eran todos hombres de familia, con mujeres y niños, así como de reconocido prestigio. Sabían que participaban en una empresa con escasas probabilidades de éxito, y sabían que si fracasaban ello implicaría cierto grado de destrucción. Con este relato pretendíamos rendir homenaje a ese aspecto».
  McQuarrie llamó entonces a su coguionista Nathan Alexander para que iniciase la tarea de investigar sobre la complicada vida de Stauffenberg y, más importante aún, sobre las complejas maquinaciones del complot para asesinar a Hitler y remplazar su gobierno autoritario mediante un audaz golpe. Según Alexander, comenzó escudriñando libros, artículos, transcripciones de juicios y material de archivo, pero su emoción fue creciendo por el potencial de contar esta historia de una forma fresca y absorbente. «Stauffenberg es un personaje fascinante desde el principio, es un carismático oficial alemán con un sólo ojo y una sola mano», comenta Alexander, «cuanto más averiguaba sobre él, más crecía mi fascinación por quién fue y por cómo llegó finalmente a hacer lo que hizo».
  Inicialmente, McQuarrie y Alexander dejaron que toda esa investigación impulsara la narración de Valkiria. «No empezamos con una agenda -dice McQuarrie- literalmente empezamos reproduciendo los hechos. Poco a poco empezamos a comprender que se trataba de una historia controvertida, en las que existen aún múltiples opiniones sobre quiénes eran esos hombres, desde Stauffenberg a Beck u Olbricht, y qué era lo que cada uno quería. Así que nuestro enfoque consistió en contar la historia lo más sinceramente posible en dos horas, mientras transmitíamos cierta presión y suspense a un público contemporáneo. En mitad del relato de tan apasionante historia, quisimos reproducir fielmente el espíritu que impulsó a aquellos hombres».
  Mientras escribían el guión, ambos desarrollaron un singular proceso: Alexander escribiría un borrador extremadamente detallado y centrado estrictamente en la secuencia histórica, y continuación McQuarrie lo convertiría en un borrador centrado en maximizar el efecto dramático. «Pasábamos de uno a otro enfoque hasta que el péndulo se detuviese en un punto intermedio entre ambos», indica McQuarrie.
  Finalmente, descubrieron que el drama y la tensión del relato era algo inherente a los acontecimientos reales de esta misión. Los únicos cambios significativos que McQuarrie y Alexander introdujeron a los hechos reales consistieron en comprimir el tiempo (a fin de encajar en la estructura de un guión cinematográfico de 2 horas), y reducir el número de personajes involucrados (puesto que alrededor de 200 personas fueron ahorcadas por su implicación y alrededor de otras 700 fueron detenidas por su relación directa con la conspiración del 20 de julio, sin embargo una narrativa cinematográfica perfectamente sincronizada sólo es capaz de seguir a un puñado de personajes clave).
  McQuarrie y Alexander tuvieron que enfrentarse a un desafío singular para mantener el suspense del relato ante un público moderno, al fin y al cabo el destino final de Hitler ya no resulta una sorpresa para nadie. Descubrieron sin embargo que la colocación de la bomba sólo era la mitad de la historia. Las consecuencias y la ejecución de la operación Valkiria estaban tan repletas de sorpresas – desde las fatales dudas al auge de la valentía — que permitían mantener la tensión in crescendo.
  «La tensión de la historia se centra en el afecto que desarrollamos por esos personajes», dice McQuarrie. «El suspense radica en que somos testigos de lo que debe pasar cada uno de esos hombres a medida que van eligiendo unirse al complot, y las decisiones que toman en relación con su fatídica ejecución».
  Mientras que por un lado McQuarrie y Alexander desarrollaron un profundo respeto por los que se involucraron en la Resistencia Alemana, por otro lado tuvieron que luchar contra el hecho de que esos hombres de honor y principios prestaron servicio a Hitler en un primer momento, especialmente a sabiendas de las atrocidades cometidas en los campos de concentración. Señalan que muchos miembros del ejército no adivinaron hasta qué punto podrían existir las condiciones inhumanas bajo el mandato de Hitler hasta que fue demasiado tarde. Esos mismos hombres asumieron igualmente con seriedad su compromiso con el pueblo alemán (sellado mucho antes de que Hitler llegase al poder). Muchos miembros de esa resistencia se debatieron entre el juramento prestado y la urgente necesidad de derrocar a su jefe de estado en plena guerra.
  «Se trataba de una cultura en la que la gente creía de verdad que cuando uno daba su palabra, era para toda la vida. Estos hombres habían prestado un juramento de lealtad a Hitler -comenta McQuarrie- pero finalmente concluyeron que Hitler había roto su juramento para con el país a causa de las atrocidades perpetradas por él mismo y por sus ministros. Se dieron cuenta de que tenían que hacer algo por el bien de un futuro diferente, incluso si ello implicaba el ser vilipendiado como traidores por sus compatriotas. Fue un angustioso dilema moral».
  Casi todos los mejores y más brillantes militares provenían de la clase aristocrática, eran patriotas de toda la vida que se habían incorporado al ejército respondiendo a su sentido del deber durante la I Guerra Mundial o, como en el caso de Claus von Stauffenberg en 1926, mucho antes del auge y ascenso de Hitler. Gran parte de esos hombres cuestionaban las políticas de Hitler ya a mediados de los años 30, mientras se incrementaba la agresividad militar y la violencia del país contra los judíos y otros pueblos. «En aquella época existía un fuerte sentimiento de que todo aristócrata tenía el deber de servir a su país y al pueblo, motivo por el cual muchos se alistaron al ejército, incluyendo Stauffenberg, Tresckow y Olbricht», explica McQuarrie. «Pero muchos de esos hombres se oponían a los postulados nazis desde el principio, y fue creciendo su desilusión hacia Hitler según avanzaba la guerra y comenzaban a llegar noticias sobre el destino que sufrían judíos y rusos».
  El infame tratamiento a los judíos, a los civiles rusos y a los prisioneros de guerra en toda Europa resultó un punto de inflexión para muchos, Stauffenberg incluido. Comenta Bryan Singer que «me sorprendió averiguar gracias a esta investigación que muchos miembros de la resistencia militar pronto sufrieron un grave impacto ante el tratamiento que se dispensó a los judíos y la verdad sobre las ejecuciones en masa. Aquello les impulsó a sentir que tenían que hacer algo sin importarles el coste».
  Otro punto clave de la estructura del guión sería la revelación de la vital importancia de la Operación Valkiria, el plan nacional de emergencia que el propio Hitler había establecido para proteger al gobierno de los disturbios civiles en caso de su muerte. Dicha orden instaba al Ejército de Reserva alemán para que tomase el mando de las instalaciones claves del gobierno hasta que se pudiese restaurar el orden, un hecho que los conspiradores intentaron utilizar inteligentemente a su favor. Alterando de forma secreta el intrincado plan, la resistencia esperaba asesinar a Hitler y recuperar Alemania de manos de los nazis, instalando su propio gobierno durante el caos subsiguiente.
  «Queríamos dejar claro que asesinar a Adolf Hitler no era suficiente, porque ello no garantizaría la caída de su gobierno nazi. También tenían que encontrar la forma de hacer caer el régimen», dice McQuarrie. «Por eso Stauffenberg y los demás conspiradores utilizaron la Operación Valkiria para que pareciese que el círculo íntimo de Hitler le había asesinado y que estaba intentando tomar Berlín. Haciéndose pasar por el gobierno legítimo, la resistencia movilizaría rápidamente al Ejército de Reserva para arrestar a los acólitos de Hitler y asumir el control del gobierno».
  ¿Podría haber tenido éxito la Operación Valkiria si todo hubiese funcionado a la perfección, es decir, si el plan no se hubiese desmoronado a causa de muchos pequeños pero devastadores fallos? «Creo que sólo podemos especular sobre si hubiese o no funcionado», afirma McQuarrie. «Nadie puede afirmar qué habría pasado exactamente porque existían demasiados factores en juego. Pero sí existen pruebas que apuntan a que podría haber tenido éxito. Y al final, creo que los conspiradores lograron aquello que más esperaban: lograron demostrar al mundo entero que los alemanes estaban dispuestos a plantar cara».
  Muchos podrían pensar que Valkiria es un comienzo para Singer, pero aquéllos que conocen bien su trabajo ven similitudes temáticas en la película. El productor Gilbert Adler, que ya trabajó con Singer en Superman returns (El regreso) afirma, «Stauffenberg es, de alguna forma, un equivalente de la vida real a lo que buscamos en los héroes cinematográficos: un hombre normal inducido a realizar actos extraordinarios. Desde luego, él era muy humano y falible, pero creo que Bryan pone de manifiesto que la formidable fortaleza de Stauffenberg se basaba en temas muy reales: la dedicación a su país, a su familia, y especialmente a lo que consideraba correcto».
  Igualmente importante para Singer fue capturar la atmósfera general de la Alemania nazi. «Bryan no sólo es un director de cine, es un aficionado a las historias reales», nos cuenta Chris Lee, «y creo que esas dos grandes pasiones se aprecian en el grado de detalle de cada fotograma, así como en los detalles de los personajes y las emociones».
  Para Singer, Valkiria representaba una oportunidad para asumir su primera historial real, explorando además un periodo de la historia que ha ejercido una oscura fascinación sobre él desde la infancia, ya que su ascendencia judía le hizo comprender seriamente los horrores perpetrados por Hitler y el gobierno de la Alemania nazi. «Siempre tuve interés en explorar el Tercer Reich», nos dice. «Pude acariciar este tema en una película basada en la novela de Stephen King (Verano de corrupción), y de nuevo en la primera de X-Men, en la escena del campo de concentración. Pero Valkiria suponía la oportunidad de profundizar en un retrato realista de aquel mundo a través de una extraordinaria historia real sobre un líder que estaba destrozando una nación –y buena parte del mundo- y los hombres que decidieron intentar detenerlo».
  El hecho de que existiese una resistencia alemana –llegando incluso hasta los más altos rangos del ejército- era algo que había alentado largo tiempo a Singer, y le recordó el valor que puede surgir de la decencia más básica del ser humano. «A muy temprana edad, descubrí que existieron alemanes que habían intentado matar a Hitler», nos dice. «No sabía que se trataba de Stauffenberg y Olbricht en concreto, pero había oído lo de una bomba en un maletín, y para mí aquello fue muy importante para comprender que no todos los alemanes eran nazis. Podría resultar sobrecogedor creer desde tan joven que todo un país podría estar tan repleto de odio, por lo que resultó positivo saber que algunos intentaron oponerse».
  Singer comenzó su propia investigación, leyendo profusamente sobre todos los aspectos de la vida durante el Tercer Reich. «Una de las primeras cosas que hice fue leer Auge Y Caída Del Tercer Reich. Una Historia De La Alemania Nazi, de William Shirer, que resulta ser un libro extraordinario», comenta. «Debería ser una lectura obligatoria para cualquiera que intente comprender cómo una sociedad ilustrada puede transformarse muy rápidamente en una máquina de matar. Se adentra en las personalidades y maquinaciones de Hitler, Goering, Himmler, etc, y me ayudó a tener una mayor comprensión del mundo en el que tuvieron que desenvolverse los conspiradores. Antes de hacer la película necesitaba entender no sólo el papel de la gente que intentaba derrocar a Hitler, sino por qué surgió la figura de Hitler en primer lugar».
  Singer también se reunió con gente que pudiera aportarle una perspectiva interna. «Por un lado, mantuvimos reuniones privadas con miembros de la familia Stauffenberg», nos dice. «Por otro lado, nos entrevistamos con el antiguo guardaespaldas de Hitler, quien, por lo que sé, fue la última persona que abandonó el búnker en el que Hitler se suicidó. Esas reuniones se mantuvieron con el fin específico de aportar nuevas perspectivas e ideas a nuestro material. Resultaron muy informativas, y en ocasiones incluso transformaron nuestra visión por lo que pudimos aprender».
  Todo esto se tradujo al enfoque estilístico de Singer sobre la película, al mezclar detalles y matices del período del Tercer Reich con el ritmo de relámpago y dinamismo visual de un thriller moderno. Singer señala, «No estábamos rodando un documental. Lo más importante era mostrar la verdad de la historia de la manera más atractiva».
  Con este propósito, Singer tomó pronto la decisión de permitir que cada miembro del elenco internacional utilizase su propio acento. «Me he enfrentado a los acentos internacionales de diferentes formas en el pasado, algunas veces alterándolos, otras veces respetándolos», comenta. «Pero con Valkiria, tenía un reparto fenomenal representando a un fascinante, y algunas veces terrorífico grupo de personajes, y sentí que tendría más fuerza si usaban sus propios dialectos naturales. Cuando se inicia la película, uno se siente transportado a ese mundo de soldados alemanes a mediados de los 40, y lo que te arrastra a ese mundo son los personajes, aquellos orgullosos militares que vieron que tenían un líder monstruoso y sintieron que debían desembarazarse de él. La prioridad fue permitir que esos personajes se hiciesen patentes a través de interpretaciones fuertes y muy humanas».


2. El reparto
  En el centro de Valkiria se encuentra la figura de Claus von Stauffenberg, el carismático aristócrata que finalmente lo arriesgaría todo para introducir una bomba en la sala de conferencias privada de Hitler. ¿Pero quién fue Stauffenberg? Tras pasar meses investigando su vida en profundidad, los guionistas McQuarrie y Alexander acordaron que se trataba de un personaje rodeado de cierto halo de misterio por haber desaparecido en la plenitud de la vida, con 36 años. «Es imposible conocer completamente a Stauffenberg, por eso se le ha representado como un personaje enigmático dentro de la historia», afirma McQuarrie. «Durante años mucha gente ha intentado reflejar a Stauffenberg como un ejemplo o como cabeza de turco por distintos motivos, pero considero que finalmente lo que debemos hacer es valorarle por sus actos, por los riesgos que asumió y lo que intentó hacer». Descendiente de 700 años de nobleza germana, Stauffenberg creció en Bavaria en el seno de una familia de élite. Con ciertas aptitudes artísticas, adoraba la arquitectura, la música y la poesía, pero en 1920 se convirtió en oficial del ejército, destacando bien pronto tanto por sus coléricos estallidos de individualismo como por sus incuestionables heroicidades. Se decía que fue distinguido por sus superiores debido a su instinto para la organización militar y la logística, por lo que ascendió rápidamente. A principios de 1943, mientras combatía en África en la 10ª División Panzer, Stauffenberg resultó gravemente herido, perdiendo un ojo, su mano derecha y varios dedos de su mano izquierda. A pesar de tan terribles heridas, se le nombró Jefe de Personal en la Oficina General del Ejército en otoño de 1943. Para entonces ya se había unido a la resistencia. El 1 de julio de 1944, Stauffenberg fue asignado a la Jefatura del Estado Mayor, a cargo del Ejército de Reserva, un puesto que le permitiría asistir en persona a reuniones con Hitler. Así, de repente se encontró en la posición ideal para llevar a cabo un intento de asesinato contra el Führer.


El historiador Annedore Leber escribió acerca de Stauffenberg: «Constituyó el prototipo de aquellos jóvenes oficiales de alto rango que, aunque tuviesen aseguradas sus propias carreras militares, sintieron sin embargo la necesidad de pasar a la acción. Actuaron desde el sentido de responsabilidad de todo oficial para con sus tropas, el sentido de responsabilidad de todo ciudadano para con su pueblo. Incluso los oficiales de la Gestapo que participaron en la investigación de los hechos del 20 de julio sintieron ese espíritu, puesto que hablaban de Stauffenberg con añoranza...»
  Éste fue otro factor que sorprendió a McQuarrie y Alexander sobre la figura de Stauffenberg. Aunque existan algunos enigmas sobre su vida, es incuestionable su condición de un hombre de gran devoción y con una profunda ética. «Uno de los principales elementos que tengo claro es que Staunffenberg estaba motivado por el profundo sentido del deber de servir a sus compatriotas», dice Alexander. «No podemos saber cuál fue el momento exacto en que comenzó a albergar graves dudas sobre Hitler, pero una vez que se dio cuenta de lo que pasaba entre bastidores, creyó firmemente que su deber como alemán y como ser humano consistía en asumir la responsabilidad de suprimir a Hitler».
  Stauffenberg constituye un héroe de la vida real, pero en el contexto cinematográfico, también constituye un personaje increíble para interpretar. Se trata de un papel sobrecogedor, y los productores creyeron que Tom Cruise sería el actor perfecto para el mismo.
  «Stauffenberg fue un individuo intenso y carismático, así que necesitábamos un actor que pudiera encarnar todo eso», dice el director. «Me entusiasmé mucho cuando Tom se incorporó al proyecto. Pocos actores son capaces de lograr encarnar tantos papeles de héroe, pero Tom lo consigue plenamente, es un actor con mucho talento y proyecta una gran presencia en la pantalla. Tom sintió igualmente pasión por el proyecto desde el principio, y creía, al igual que yo, que es una historia que merece ser contada. Fue un elemento importante a la hora de rodar la película, y tanto él como su interpretación tienen su relevancia para transmitir esta historia a todo el mundo».
  Antes de aceptar el papel, Cruise no estaba familiarizado con Stauffenberg, pero para prepararse el papel averiguó todo lo que pudo sobre él, y su investigación y atención al detalle le mostraron rápidamente al gran hombre que fue.
  «Cuando leí el guión, me resultó increíblemente absorbente en muchos aspectos -comenta Cruise- no sólo desde el punto de vista histórico, sino también como un gran thriller. Quedé también fascinado por la conspiración. Era dinámica y estaba llena de suspense de principio a fin. Y encima, averiguar que estaba basado en una historia real, lo hacía más alucinante todavía. Esa combinación hizo que me resultase muy interesante».
  La oportunidad de trabajar con Bryan Singer es otro punto que atrajo a Cruise hacia el proyecto. «Bryan es alguien con el que siempre he querido trabajar», nos dice. «Creo que es un director extraordinario. Bryan es alguien que ya desde niño realizaba películas sobre la Segunda Guerra Mundial. Posee una clara fascinación por ese periodo de la historia, y con esa clase de interés y dedicación resulta comprensible que todos nos juntásemos y dijésemos «Perfecto, vamos a hacerlo»».
  Cruise se conmovió profundamente por todo lo que pasó dentro de la Resistencia Alemana. «Experimentarlo en la piel de Stauffenberg y desde su punto de vista, viendo lo que aquellos hombres arriesgaban - no sólo sus vidas sino la de sus familias- es algo tremendo», nos cuenta. «Es asombroso ver a alguien que, ante tanta presión, planta cara por lo que considera correcto, manteniendo ese tipo de integridad en semejantes circunstancias».
  El actor asimismo descubrió que el heroísmo de Stauffenberg también dio en la diana en el terreno personal. «Te paras y piensas, ¿cómo habría manejado yo el asunto?, y eso es lo que lo hace tan profundo. Se trata de una película intemporal porque trata temas intemporales: integridad, heroísmo, cobardía, compromiso. ¿Por qué cosas estás dispuesto a alzarte y por cuáles ni te inmutarías? Ésas son las preguntas que debemos plantearnos como seres humanos con respecto a nuestras propias vidas».
  «En todo caso, no creo que el propio Stauffenberg se viese a sí mismo como un héroe», continúa. «Consideraba que estaba haciendo lo correcto al intentar terminar con la guerra y salvar vidas humanas. Stauffenberg fue alguien que siempre se comportó según un elevado valor moral, buscando la rectitud y la justicia moral, tanto para él mismo, como para su patria. Fue uno de los pocos que tuvo el valor de enfrentarse a Hitler, e incluso estaba dispuesto a sacrificar su propia vida para conseguirlo».
  Para interpretar a Stauffenberg, uno de los desafíos a los que se enfrentó Cruise fue el de incorporar las secuelas de las heridas físicas que el personaje sufrió en el norte de África, incorporando por ejemplo el parche en un ojo. «Lo del parche resultó muy difícil», nos dice. «Al principio me afectó al equilibrio, por lo que imagino la clase de molestias físicas con las que tuvo que convivir. También resultó un desafío interpretativo el reto de transmitir tu interpretación como actor con parte de tu cara paralizada».
  Vestir el uniforme de Stauffenberg también presentó algunas complicaciones. «Ponerse ese uniforme y mirar el mundo desde esa perspectiva resultaba perturbador», añade. «No me gustaba en absoluto, y además cambia por completo tu punto de vista. Pero luego lo consideré desde el punto de vista de Stauffenberg y lo que significaba para él vestir ese uniforme, junto con el conflicto que vivió, lo cual me ayudó mucho».
  Aparte de los aspectos de la vida real de su personaje, rodar en Berlín resultó muy intenso para Cruise, al igual que para todo el elenco y el equipo. «Resulta difícil describir cómo fue estar delante del Benderblock», nos comenta. «A todos nos afectó estar allí delante y pensar lo que había sucedido en aquel lugar».
  «Tom aporta una intensidad increíble por su porte y enfoque del papel, y más que nada, aporta el carisma que creo que necesitaba el personaje», comenta McQuarrie. «Cuando Tom Cruise entra en una habitación, percibes ese mismo carisma que Stauffenberg debería haber proyectado. Lo que Tom aporta asimismo es su experiencia como productor y narrador de historias. El guión mejoró, el personaje se volvió más claro, nuestra comprensión de la historia y de nuestra posición dentro de aquel universo, todo se volvió más claro cuando Tom se involucró en el proyecto».
  Finalmente, con todo el trabajo duro volcado en esta película y la increíble experiencia que supuso hacerla, Cruise se sintió muy complacido con el resultado final. «La película funciona como un reloj suizo», señala. «Se trata de un thriller dinámico de suspense que te mantiene en vilo en todo momento. Estoy orgulloso de haber realizado esta película, y muy orgulloso de lo que cada uno ha logrado».
  Cuando se casó con el guapo y aristocrático Claus von Stauffenberg, en 1933, la baronesa Nina von Stauffenberg no podía siquiera imaginar los sacrificios que terminaría haciendo en pos de su amado marido y su país. Aunque nunca se implicó de forma directa en el complot contra Hitler, ella y su familia eran fueron la principal fuente de inspiración de su marido, y fue su confidente e inquebrantable seguidora durante la planificación e intento de asesinato.
  Finalmente, Nina sería una de las pocas figuras que logró sobrevivir a los hechos del 20 de julio. Fue encarcelada en el campo de concentración de Ravensbrück (donde alumbró a su quinto hijo y de Claus), para después comenzar una nueva vida en la Alemania Occidental tras la guerra, donde vivió hasta su muerte en 2006, a la edad de 92 años.
  Mientras hacían sus pesquisas para el guión, McQuarrie y Alexander intentaron determinar si Nina estaba o no al corriente de lo que Claus pretendía realizar aquél fatídico verano. «Resultó patente que ella conocía y apoyaba el plan en la medida que le resultaba posible», afirma Alexander. «Aunque Nina no estuviese implicada en los detalles, creo que deberíamos considerarla como un miembro importante de la conspiración. Además tenía tanto que perder como los demás. Posteriormente, cuando hablamos con miembros de su familia, tuvimos la impresión de que aunque Nina y Claus nunca hablaron directamente del complot, en cierto sentido era de lo único que hablaban. Su historia de amor resulta crucial porque en su núcleo radica lo que en verdad está en juego a ojos de Stauffenberg: sus hijos y el futuro de Alemania».
  Interpreta a Nina la imponente actriz holandesa Carice van Houten, conocida en todo el mundo por su papel en el thriller de Paul Verhoeven El libro negro, por el que obtuvo un premio. «Todos nos quedamos impresionados con Carice cuando la vimos en El libro negro, por lo que dijimos «Ésa es Nina»», comenta McQuarrie. «Tiene algunas secuencias en las que aunque diga pocas frases, rellena por completo la pantalla con su presencia. Es una actriz extraordinariamente generosa».
  Lo que fascinó por su parte a van Houten era la oportunidad de mostrar la perspectiva de una mujer en los actos heroicos del complot del 20 de julio. «Me encantó la idea de que en medio de toda esta emocionante historia de conspiración, también podemos ver la vida familiar de Claus y Nina», matiza. «Puede que Nina no tenga muchos diálogos en la historia, pero aporta muchos sentimientos». Van Houten también ve a Nina como la revelación de una forma diferente de valor y compromiso. «Creo que tuvo que hallar su propia fuerza interior para mostrar su amor incondicional y darle a su marido la oportunidad de llevar a cabo su increíble misión sin miedo», añade. «Nina comprendió que lo que estaban haciendo no era sólo salvar a su familia, sino también al país y al mundo».
  Hoy día, Henning von Tresckow es reconocido como uno de los mayores impulsores e implacables enemigos de Hitler dentro de las fuerzas armadas alemanas. Miembro de una noble familia prusiana con una larga tradición militar, estaba considerado como un brillante estratega con una excelente y amplia hoja de servicios para Alemania. Pero a principios de 1938, Tresckow comenzó a buscar a otros militares o civiles que se oponían a Hitler para iniciar la búsqueda de un medio que permitiese derrocar el gobierno. Quizás resulte más conocido por su intento, también mostrado en Valkiria, de esconder dos minas adhesivas («clams») capturadas a los británicos dentro de dos botellas de Cointreau, con el objetivo de hacer estallar el avión de Hitler.
  El papel de Tresckow en este guión es clave. «Antes de que Stauffenberg se involucre, Tresckow era el motor impulsor de la resistencia militar contra Hitler, y resultaba importante recalcarlo», dice Alexander. «Sus creencias e ideales ayudan a dar forma al núcleo de la película, ya que siempre mantuvo que no importaba si los conspiradores no lo lograban, lo importante era que lo intentaran».
  Interpretando a Tresckow tenemos al cuatro veces nominado al oscar, Kenneth Branagh. «Branagh tiene esa presencia increíble que fija el tono de todo lo que está en juego al llevar a cabo el plan para derrocar a Hitler», afirma Chris Lee. Fue el guión lo que atrajo a Branagh, que es asimismo un consumado escritor. «Las manos me sudaban de la emoción por lo que pasaría a continuación», comenta al recordar la primera lectura del guión. «Y los personajes, incluyendo a Tresckow, eran absorbentes e hipnóticos. Revela una parte secreta de la Segunda Guerra Mundial: que existían personas que discrepaban filosófica, intelectual y militarmente con Hitler, y que aunque a menudo se les suprimiese, sus voces estuvieron ahí».
  Branagh quedó impresionado por el tono singular de Valkiria. “Chris McQuarrie y Nathan Alexander tienen un estilo potente y muy natural de crear diálogos, y Bryan Singer está muy acorde con ese naturalismo», afirma. «Lo que quería de las interpretaciones es que aquellos hombres fuesen seres humanos. No arquetipos o personajes de relleno, sino héroes de carne y hueso representados de la forma más sincera posible».
  Branagh también estaba emocionado ante la perspectiva de formar parte de un elenco internacional tan increíblemente logrado. «La fuerza y profundidad del reparto hizo que fuese un auténtico privilegio formar parte de él», concluye. «Pero eso no es ninguna sorpresa. La historia es tan potente, y Bryan Singer tan buen director que no me extraña que tanta gente con talento se incorporase al proyecto».
  Al igual que Henning von Tresckow, Friedrich Olbricht fue un héroe militar que había sido galardonado con la Cruz de Hierro y encabezó la Oficina General del Ejército adscrita al Alto Mando del Ejército. En 1940, se unió a la resistencia y maniobró en secreto para derrocar a Hitler. Fue Olbricht el que asumió la terrible responsabilidad de iniciar la Operación Valkiria el 20 de julio. En la víspera de su muerte, escribiría a su yerno: «Moriré por una buena causa; de eso estoy convencido. ¿Deberíamos entender que hemos pecado? No, nos hemos atrevido a dar lo máximo por Alemania».
  En la película, su momento de duda bajo el fuego se convierte en uno de esos giros del destino que hacen peligrar el plan de utilizar la Operación Valkiria para derrocar el gobierno de Hitler. Aun así, Olbricht sigue siendo un personaje simpático.
  «Queríamos evitar convertir a Olbricht en un chivo expiatorio», indica McQuarrie. «Era un ser humano con motivos para actuar en la forma que lo hizo, y sentíamos que hubiese sido grosero usarlo como un mero recurso. Era todo un desafío conseguir este objetivo, pero la elección de Bill Nighy ayudó porque es una persona tan eminentemente simpática que fue capaz de transmitir el estrés extremo y ansiedad de Olbricht».
  Olbricht está interpretado por el ganador de un Globo de Oro Bill Nighy, cuyas interpretaciones cómicas y llenas de matices en películas como Love Actually, The Girl in the Café, El Jardinero Fiel y Diario de un escándalo, le han convertido en uno de los actores más versátiles y solicitados. Nighy dice que la historia de Valkiria le pareció «sorprendente en sí misma pero también en su dramatización. Funciona a distintos niveles, siendo no menos importante que se trata de un thriller muy emocionante, todo ello más fascinante aún por el hecho de que se trata de un hecho real».
  A Nighy le llamó profundamente la atención ver hasta dónde llegaba realmente la resistencia contra Hitler entre algunos oficiales alemanes, como Olbricht. «Personas como Olbricht sentían mucha vergüenza al ser asociadas a ese bufón y también lamentaban la pérdida de vidas humanas a causa de aquellas temerarias campañas militares», apunta. «Pero una cosa es observar y quejarse de algo, y otra decidir hacer algo al respecto, lo que resulta extraordinariamente valiente dada la eficacia con la que los nazis despachaban a sus enemigos».
  En cuanto al propio Olbricht, Nighy deseaba mostrar tanto sus mejores cualidades, como el motivo poco claro por el que la Operación Valkiria se retrasó de forma fatídica. «El desafío para mí consistió en cómo mostrar a un hombre honorable, valiente e inteligente que, en un único momento, queda socavado por la situación hasta el punto en que no puede ni reaccionar. Era importante mostrar mucho respeto hacia él, así como aportar a la situación tanto dignidad como humanidad», afirma el actor.
Para los productores, Nighy fue todo un acierto para el reparto. «Estamos acostumbrados a verle en papeles más livianos, pero aquí interpreta a un hombre duro con una pizca de vulnerabilidad real. Debo admitir que la primera vez que le vi con el uniforme de Olbricht sentí escalofríos. Realmente se convirtió en su personaje», dice Gilbert Adler.
  Aunque sirvió como Jefe del Estado Mayor del Alto Mando del ejército alemán desde 1933 hasta 1938, el General Ludwig Beck se convirtió rápidamente en una voz sincera e inusualmente crítica de las estrategias militares de Hitler. Siguiendo los dictados de su conciencia, redactó un memorando que mostraba una firme contraposición a la política de Hitler de agresión, dimitiendo de su puesto. Su plan de conseguir que otros militares de alto rango dimitiesen junto con él en grupo y de esa forma lanzar un golpe de estado resultó infructuoso, así que comenzó a desarrollar la red subterránea de agentes civiles y militares que permitió crear la oposición central alemana. Se cree que Beck se habría convertido en Jefe de Estado en caso de que el golpe hubiese tenido éxito.
  «Beck reconoció lo que era Hitler desde el principio», dice McQuarrie. «Estaba en total desacuerdo con sus políticas y eligió no formar parte de su ejército. Se convirtió en una especie de consejero de aquéllos que estaban pasando por una crisis de fe, de aquéllos que se debatían a causa del juramento que habían hecho a su líder. Y muchos de los que acudieron a él en busca de consejo terminaron sumándose como miembros del complot para sacar a Hitler del poder».
  Para interpretar a Beck, los productores eligieron al nominado a un premio de la Academia Terence Stamp, conocido durante décadas por sus interpretaciones multifacéticas (y más recientemente por su vis cómica en Superagente 86 de película). Stamp afirma que Beck le interesó porque «fue uno de los primeros no sólo en ver a Hitler como un lunático, sino de hacer algo al respecto».
  Stamp también se sintió atraído por la extraordinaria factura de la película. «Cada uno de estos actores se ha ganado sus galones», comenta. «Todos han interpretado todo tipo de personajes, son de total confianza y el casting ha dado en el blanco».
  El superior de Claus von Stauffenberg durante los acontecimientos de 1944 fue Friedrich Fromm, Comandante en Jefe del Ejército de Reserva. Aunque apenas hay dudas de que Fromm supiese que había hombres bajo su mando que planificaban el asesinato de Hitler, no los denunció ni tampoco hizo nada para evitarlo. Sin embargo cuando la conspiración fracasa, fue Fromm quien traicionó a Stauffenberg y los demás.
  Para interpretar a Fromm, los productores seleccionaron al dos veces nominado a los Oscar® Tom Wilkinson. «Tom Wilkinson asumió un papel que podía haber sido fácilmente interpretado como un villano, y en cambio lo interpretó como el producto de un entorno extremadamente traicionero y tramposo. Es un manipulador político que intenta sobrevivir en ese mundo, y él lo interpreta de forma brillante», dice Christopher McQuarrie.
  Oficial de carrera, Erich Fellgiebel era Jefe del Cuerpo de Señales del Ejército y por tanto estaba al corriente de los más altos secretos del gobierno nazi. Reclutado para la resistencia por su oficial superior, Ludwig Beck, Fellgiebel se convirtió en un eslabón crucial para la conspiración día 20 de julio, y recibió el encargo vital de cortar las comunicaciones desde la Guarida del Lobo de Hitler con el resto de Alemania. Más tarde sería uno de los primeros conspiradores en ser arrestado.
  Asume el papel el actor británico Eddie Izzard, que acaba de realizar su debut en la televisión norteamericana con The Riches – Familia de impostores. «Eddie estaba lejos de la elección más probable para este personaje, pero eso era justo lo que nos gustaba», apunta McQuarrie. «Su interpretación resultó bastante inesperada. Fellbiegel lucha internamente por tomar una decisión, y queríamos que no fuese fácil apreciar su intención, para que no se conociese su intención hasta el momento decisivo. Y Eddie fue capaz de conseguirlo».
  Izzard, aficionado de siempre a la historia, se sintió intrigado por Fellgiebel. «Es un oficial de carrera que lo ha hecho bien, y es brillante en la utilización de nuevas tecnologías aplicadas a las comunicaciones», afirma. «Para cuando le conocemos, en 1944, se encuentra al cargo de las comunicaciones de Hitler, así que sabe todo lo que ocurre, lo que implica que Stauffenberg le necesita. Creo que fue la oportunidad para Fellgiebel de limpiar su conciencia de alguna manera al formar parte de esta intervención».
  En el set de rodaje, Izzard tuvo que entrar directamente en faena: su primera escena fue el momento de enorme tensión en el que Tom Cruise caracterizado de Stauffenberg le pide que forme parte de la conspiración secreta. «Me puse el uniforme, maquillaje y las gafas, y entonces Tom aparece con toda esa intensidad, y tuve que buscar alguna forma de meterme en todo aquello», relata. «Fue un primer día muy duro, porque cada frase de Tom era un dardo que me lanzaba, y para cada argumento que Fellgiebel intentaba usar, Stauffenberg ya tenía pensado un contraargumento».
  La persona que seguramente tuvo la visión más íntima de Claus von Stauffenberg en los días previos al 20 de julio fue su asistente personal. Werner von Haeften comenzó a trabajar para Stauffenberg en 1943 y pronto se convirtió en parte esencial de la resistencia. Haeften había estudiado derecho antes de alistarse en el ejército, al principio de la guerra, y al igual que Stauffenberg, recibió graves heridas en combate. Para interpretar a Haeften, los productores se fijaron en la joven estrella británica Jamie Parker, al que recientemente hemos visto en televisión con «The History Boys», retomando su papel interpretado en Broadway.
  «Jamie es un magnífico joven actor que en la película interpreta de forma excelente a una especie de hombre corriente», señala Chris Lee. «Se convierte en una especie de intermediario para el público, ya que el público va conociendo a la resistencia a través de sus ojos de recién llegado».
  A Parker le gustó mucho tener la oportunidad de mostrar el camino que sigue su personaje para formar parte de la conspiración. «Al principio, simplemente escucha y observa todo lo que ocurre a su alrededor, pero a medida que crece su implicación, se aprecia mejor el proceso», comenta Parker.
  Trabajar con Tom Cruise resultó también una experiencia increíble para Parker. «Cuando llegué al plató por primera vez, sentía una especie de pequeño terremoto interno, y pensaba «es Tom Cruise, al que he visto en cantidad y cantidad de películas»», nos cuenta. «Pero resultó ser un tío extraordinario. Posee una energía inagotable y está dispuesto a ir a por todas desde el mismo momento de decir acción. Aportó un enfoque muy real sobre la ética del trabajo día a día, y no puedes evitar contagiarte. Exige que siempre estés conectado, y eso resulta una experiencia emocionante».

3. La producción
  Desde el principio, Bryan Singer supo que quería que VALKIRIA desafiase el aspecto y apariencia habitual de las películas basadas en la época de la Segunda Guerra Mundial. Imaginó un estilo visual que imitase la belleza intemporal y la intensidad de los filmes clásicos de los 40, aunque jalonada por el ritmo de un thriller de acción moderno. Pronto comenzó a consultar con su colaborador creativo de siempre y director de fotografía Newton Thomas Sigel sobre la forma de trasladar esa idea a la pantalla. Sigel había trabajado recientemente con Singer en la creación de los mundos del cómic X-Men y Superman returns (El regreso), y estaba emocionado por asumir un desafío completamente diferente. «En lugar de preocuparnos por fondos verdes y eliminación de cables, íbamos a capturar la historia», comenta Sigel. «Estaba emocionado porque me fascina la historia y la política, así como los mecanismos sociales que hacen girar al mundo, y fue genial hacer una película con Bryan sobre todas esas cosas». También Siegel estableció una fuerte conexión personal con Valkiria. «Mi madre nació en Berlín y huyó en 1938, justo antes de la Noche de los Cristales Rotos, así que sentí muy profundamente la parte emotiva de la película», nos dice. «Trabajar en esta película me dio la oportunidad de hablar con ella de cosas que nunca le había oído decir». Sigel y Singer debatieron sobre la forma de hallar un aspecto diferenciado pero expresado de forma moderada para la película que permitiese aflorar en la pantalla la ansiedad y las emociones que aquellos conspiradores en continuo peligro fueron experimentando. «Mezclamos el aspecto clásico que vemos en películas de esa época –con encuadres más formales y extraños ángulos oblicuos– con elementos de un thriller contemporáneo», afirma. «Suelo ser muy impresionista en mi estilo, pero en esta ocasión me contuve más. Sentíamos que debíamos lograr que el estilo visual fuese respetuoso con la realidad de los hechos y los sacrificios sufridos. La iluminación, los ángulos, la relación entre cámara y sujeto debían ser siempre el reflejo de una verdad tan sencilla como singular».

También decidieron que el trabajo de cámara debía evolucionar sutilmente entre la primera mitad de la película, donde el complot se halla en su fase de planificación, y la segunda, donde el plan para asesinar a Hitler se pone en marcha y la tensión se desencadena de forma imparable. «El principio del filme, antes de que estalle la bomba en la sala de conferencias de Hitler, se ha filmado con un estilo más clásico, con grúas y plataformas rodantes y con composiciones más fluidas», comenta Sigel. «Pero después, casi todo está rodado cámara en mano. Utilizamos una forma especial de grabar manualmente con las cámaras al hombro que se parece mucho a una plataforma de cámara en mano. El resultado es que crea cierta sutil energía nerviosa, una sensación de inseguridad, que aumenta el suspense y la ansiedad».
  Para investigar más a fondo la recreación del mundo interior del tercer Reich, Sigel visionó muchas imágenes de archivo, incluyendo algunas películas en color descubiertas recientemente sobre la Segunda Guerra Mundial, así como escalofriantes películas caseras rodadas por la amante de Hitler, Eva Braun. «Ese metraje fue de gran utilidad para darme el sentido de cómo se movía la gente, cómo vestían y la sensación de la atmósfera, algo que pretendíamos capturar de forma auténtica», comenta.
  En términos de paleta de colores, Sigel se centró en variaciones de tonos rojos. «El rojo constituía realmente el color simbólico del partido nazi, y creo que representa la primitiva sed de sangre que alimentaba al régimen», añade. «Al igual que con el trabajo de cámara, los colores se van haciendo más intensos según avanza la película, y también podemos ver cómo el entusiasmo y optimismo de los conspiradores comienza a desaparecer».
  Los retos de iluminación fueron otro elemento importante de la fotografía, especialmente porque Singer y Sigel esperaban recrear esa sensación de tensión y misterio de la noche berlinesa, cuando se les indicaba a los ciudadanos que apagasen todas las luces y mantuviesen las cortinas echadas en caso de ataques de bombarderos. «Ése fue uno de nuestros mayores desafíos, porque la ciudad tenía que aparecer muy oscura de noche», comenta Sigel. «De hecho la ciudad estaba tan oscura que se decía que usaron las luces de los faros de un coche para las ejecuciones en Benderblock, así que intentamos recrear lo mismo para esas escenas».
  Parte de la mejor inspiración para Sigel provino de trabajar en el propio Berlín, rodeado por los fantasmas de la historia. «Estar en Berlín, donde se produjeron los hechos fue increíble, porque así no te sentías alejado de la realidad. A pesar de que muchas de las localizaciones de 1944 ya no existen, todavía se siente la presencia de la guerra por doquier. Nos aportó un enorme sentido de sobrecogimiento hacia aquellas personas que dieron su vida por esa causa», dice.
  Rodar en Alemania, y especialmente en el Benderblock – el cuartel militar donde nació la Operación Valkiria y también donde sufrió su fatídica conclusión – resultó una experiencia muy emotiva para todos los miembros del reparto y del equipo. «Fue muy conmovedor rodar en el Benderblock», señala McQuarrie. «Primero guardamos un minuto de silencio en honor de los hombres que murieron allí, para después leer una carta escrita por uno de los conspiradores. En ella expresa su esperanza de que sean considerados como patriotas y no como traidores. Nos embargaron profundas emociones por lo que íbamos a conmemorar».
  El diseño de producción de la película está supervisado por Lilly Kilvert (dos veces nominada a los Oscar®) y el diseñador de producción Patrick Lumb, que recibió un curioso encargo: mantener un aspecto fiel al período histórico, manteniendo al mismo tiempo una tensión viva y dinámica. Igualmente tuvieron que asumir la importante tarea de recrear la Alemania de la era nazi en un Berlín que fue completamente reconstruido tras la guerra a causa de los bombardeos y porque los alemanes se guardaron mucho de que perdurase algo de aquella era para que se convirtiese en objeto de veneración.
  El equipo de producción logró encontrar algunos edificios civiles y gubernamentales presentes en esta historia que aún están en pie. El rodaje se realizó en el antiguo Cuartel General de la Luftwaffe, ahora Ministerio de Economía, en el aeropuerto Tempelhof, donde existe una enorme estructura que utilizaron los nazis, así como en el Messe Berlin, que los nazis construyeron originalmente para la Feria Mundial de 1933. También pudieron rodar el exterior de la casa donde Stauffenberg vivió con su hermano, y que sigue intacta.
  Para aquellos emplazamientos que tenían que reconstruirse desde cero, el equipo buscó los trabajos del arquitecto de Hitler, Albert Speer, que posteriormente sería el único oficial nazi de alto rango que expresó su remordimiento. Speer creó a instancias de Hitler edificios impresionantes y grandiosos para que reflejasen la filosofía nazi en piedra, por lo que suponía todo un reto recrear habitaciones interiores que fuesen el escaparate de aquellas dimensiones imponentes que prefería.
  Entre los edificios más difíciles de recrear estaba la casa del propio Hitler y Cuartel General en los Alpes Bávaros, conocida como «El Berghof». Mediante las películas caseras de Eva Braun, el equipo de diseño fue capaz de simular el interior del retiro de estilo chalet que fue destruido por los aliados y finalmente derruido. Para la recreación de la Guarida del Lobo, el enorme escondite de Hitler en el este de Prusia, donde se ejecutó el complot del 20 de julio, un equipo trabajó durante 12 semanas para construir un decorado en el bosque a partir de cero. Todas las recreaciones se hicieron con vistas a mantener todas las cosas lo más precisas y fieles a la historia como fuera posible.
  El resultado se transmite más allá de la pantalla. «Observando lo que los diseñadores han conseguido, sentí por un minuto que estaba allí, justo donde Hitler y Stauffenberg fueron fotografiados juntos. Interiormente pensaba «no es real, lo hemos construido nosotros», pero parecía totalmente real», comenta Gilbert Adler.
  Mientras tanto, el interior del Ministerio de la Guerra (incluyendo las oficinas de Stauffenberg, Olbricht y Fromm donde se gestó la conspiración) se creó en un estudio de sonido de los Babelsberg Studios en Berlín.
  Decorar los interiores de la película implicó una labor adicional de investigación. Hoy en día resulta ilegal en Alemania tener nada con una esvástica, pero el decorador de platós Bernhard Heinrich logró recopilar artefactos de coleccionistas y museos de todo el mundo, incluyendo piezas auténticas que estuvieron sobre el escritorio de Hitler.
  Otro punto clave del diseño de Valkiria lo constituye el vestuario, y Bryan Singer quiso que fuera lo más fiel posible a la era nazi, aunque siendo sumamente cinematográfico. Por eso contrató a la diseñadora de vestuario Joanna Johnston, reconocida por su trabajo junto a Steven Spielberg en su épica película de la Segunda Guerra Mundial Salvar al soldado Ryan.
  Johnston ya sabía antes de trabajar en Valkiria que las películas con uniformes militares históricos representan una experiencia en sí mismas. «Te transporta a un estado mental completamente diferente», añade. «Pero con Valkiria, estaba muy emocionada ante los desafíos, ya que era una oportunidad de aprender mucho de esa época histórica tan fascinante».
  Johnston trabajó estrechamente con el experto en uniformes militares David Crossman, investigando también por su cuenta, seleccionando de entre el Museo de la Resistencia de Berlín, así como de las limitadas aunque indispensables fotografías disponibles de los personajes reales interpretados en la película. En dichas fotografías halló información útil sobre el carácter de los personajes. «Estudié las texturas y matices de cada personaje muy a fondo», nos cuenta. «Lo que me intrigó es que lo típico hubiese sido ver que todos pareciesen cortados por el mismo patrón. Pero de hecho, los oficiales alemanes tenían bastante margen en cuanto a vestimenta. Cada uno acudía a su propio sastre y por tanto tenían sus propias singularidades. Por ejemplo, Tresckow podía darle cierto toque a su uniforme y Olbricht otro distinto. Mi trampolín consistió en obviar todas esas pequeñas fotos y utilizar pequeñas y sutiles texturas para reflejar las diferencias de tono y carácter».
  Su enfoque recibió un gran apoyo. «Bryan y Tom estaban tan interesados como yo por hacer algo que no se hubiese logrado antes, por otorgar a ese periodo y lugar una textura y una vida nunca antes vistas por el público», apunta.
  La mayor parte de la exquisitamente detallada ropa de los principales personajes se elaboró a mano para la película, con ayuda de Michael Sloan, a quien Johnston denomina «un brillante cortador». También se consiguieron uniformes antiguos para el gran plantel de actores secundarios.
  «Resultó útil contar con tantas prendas originales», comenta Johnston, «es imposible superar a los originales porque están cortados de un modo determinado y tienen su propia forma, y también guardan grandes ecos de seriedad cuando piensas en quién las ha llevado antes y lo que habrán visto».
  El trabajo de Johnston se centró en crear el vestuario de Stauffenberg, ya que como ella apunta, éste abarca un amplio abanico que va desde su uniforme del Africa Corps o el uniforme gris estándar de batalla, al uniforme profusamente decorado que vestía en sus reuniones con Hitler. «Sólo contábamos con unas pocas fotos sobre las que trabajar, de modo que todo el diseño se basó en lo que suponíamos que habrían llevado», explica, «Siempre tuvimos en mente una palabra que fue utilizada para describir su estilo: irreverente. A menudo no lucía todas sus insignias, o le quitaba el rango a su ropa llevando el uniforme raso para no llamar la atención sobre sí mismo».
  Además, sus heridas de guerra, especialmente su mano amputada, añadían un componente especial de dificultad. «En primer lugar fue complicado y largo debatir cómo íbamos a representar esa mano con autenticidad», relata, «al final decidimos emplear efectos especiales digitales, pero todavía quedaban algunos flecos por tratar; tuve que prestar mucha atención al comportamiento de sus mangas, porque tenían que dar la impresión de que había un hueco ahí. Tom resultó de gran ayuda porque consiguió mantener su brazo completamente tieso y muerto».
  No obstante, Johnston se tomó una mayor licencia creativa con Nina. «Ciertamente fue una bella mujer con un gran sentido del estilo», explica, «pero también quería aportarle cierto toque romántico. Por eso utilicé una paleta de color mucho más rica para que contrastase con los sobrios uniformes alemanes, y también resalté el movimiento cuando Nina tenía que correr o bailar».
  El personaje más abrumador de todos para Johnston fue el propio Hitler, interpretado por David Bamber. A lo largo de la historia del cine, a menudo se ha representado al dictador como si se tratara de una caricatura más propia de una viñeta. Por eso Johnston quería evitar todos esos clichés, al tiempo que deseaba reflejar la realidad de Hitler en 1944. «Nos hallamos ante su declive en este punto de la Historia», apunta, «de forma que comienza a desmoronarse. Ha engordado un poco y ya no proyecta la misma imagen de fortaleza que proyectaba recién accedido al poder. Bryan estuvo particularmente interesado en conseguir transmitir ese aspecto adecuadamente. Por eso mantuvimos muchas reuniones y sesiones de prueba con David Bamber, para garantizar que pareciese de lo más realista».
  Cuando Bamber por fin apareció en el set de rodaje con su uniforme definitivo, el efecto fue escalofriante. «Resultaba bastante inquietante», admite la diseñadora, «Durante la fase de diseño, miras más allá de la gran imagen histórica para fijarte en los detalles personales, pero cuando ves esta realidad ante tus ojos se produce una gran emoción».
  El proceso de vestir a cada miembro de la resistencia fue similar, ya que el vestuario iba transformando al actor y viceversa. «Los uniformes alemanes muestran un aspecto muy potente, gracias a que los pantalones bombachos y las botas combinan una sensación de poder y tragedia, pero cada actor consiguió transmitir esto de forma diferente, cada uno a su manera, y resultaba fascinante observar este fenómeno», afirma Johnston.
  Por su parte, Bill Nighy comenta que «no se debe exagerar la importancia del vestuario, aunque ponerse algo tan inquietante y formal como un uniforme militar hace que te domines de otra forma, y tu comportamiento se imbuye profundamente de lo que estás llevando en ese momento».
  Johnston dice que «Igual que en Salvar Al Soldado Ryan, fue un privilegio formar parte de un proyecto que parece ser algo más que una mera película, ya que se trata de una historia que rinde homenaje a unas personas increíbles y te aporta una perspectiva más amplia de la vida».






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