Os dejo un artículo que leí en la revista Woman, escrito por Alejandra Yeregui que me pareció bastante interesante.
En él nos habla de la Doble Limpieza, y su importancia en nuestra rutina diaria.
DESMAQUILLAR + LIMPIAR
Realizar la doble limpieza es la clave de una piel purificada de forma óptima.
El maquillaje, los filtros solares y la polución solo se eliminan correctamente con limpiadores, formulados en aceite, como leches, cremas, bálsamos y geles oleosos.
Después, es necesario eliminar el resto de sebo y células muertas solubles en agua con una solución espumosa que se aclare con agua.
Ejem:
Una nuez de leche limpiadora en movimientos circulares, retirando el exceso con algodón o toalla humedecida en agua tibia, repitiendo el proceso una segunda vez.
Después extender una mousse y aclararla bien.
DESMAQUILLAR VS. LIMPIAR
Purificar la piel es indispensable para desobstruir poros, oxigenar y abrir paso para que penetren los activos de los productos que apliquemos después.
FÓRMULA MICELAR, ¿SÍ O NO?
Es un limpiador sin aclarado que funciona como un gesto exprés.
Su activo principal son las micelas, moléculas imperceptibles que atraen los residuos como un imán sin irritar.
Trabajan por arrastre: cada micela es como una esfera con miles de terminaciones, razón por la que hay que deslizar el algodón lentamente.
Pero tiene limitaciones: A pesar de que pueda dar la falsa impresión de eliminar todo tipo de impurezas, el agua micelar contiene surfactante que son como jabones (aunque sin serlo), que debe ser aclarados para no resecar ni irritar las pieles sensibles.
Además, a pesar de ser un producto muy usado en la higiene diaria, tiene tres desventajas: no quita el maquillaje pesado, necesita de otros productos para lucir un rostro luminoso y su uso diario permite la acumulación de residuos.
Hay que vigilar que el pH del producto esté entre 5 y 5,6, aunque lo ideal es que solo se emplee de forma ocasional, no a diario.
Espero os haya servido!!